El ranking de alfajores 2025 de Taste Atlas coronó a un alfajor argentino como el mejor del mundo. Pero lo que pocos imaginaban es que no se trata de una producción masiva, sino de una receta artesanal elaborada en San Antonio de Areco, una localidad bonaerense que combina tradiciones criollas con una de las fiestas más importantes dedicadas al alfajor regional.
La plataforma internacional especializada en sabores locales destacó al alfajor por “mantener viva la esencia del alfajor tradicional”. El primer puesto no solo celebra al producto, sino también el recorrido de una familia que lleva más de 45 años apostando por la calidad.
La historia de alfajores La Olla de Cobre comenzó en un garage
Todo comenzó el 1º de mayo de 1978, cuando Carlos Gabba y Teresa Fanelli pusieron una mesa con alfajores en la entrada del garaje de su casa. Era feriado y Areco estaba repleto de turistas. En pocas horas, agotaron el stock.
Carlos, que entonces distribuía golosinas, y Teresa, maestra, no sabían hacer alfajores. Por eso contrataron chocolateros para tomar clases particulares. Con esfuerzo, vendieron el auto familiar para comprar las primeras máquinas y pasaron de la cocina de su casa a un obrador cada vez más profesional.
Actualmente, La Olla de Cobre produce entre 12.000 y 15.000 alfajores por semana. Importan cacao de Ecuador y Brasil, con el que fabrican su propio chocolate amargo al 70 % para el baño. La masa es esponjosa, similar a un bizcochuelo, y se completa con una porción generosa de dulce de leche repostero. El resultado: un alfajor de 50 gramos que se volvió un favorito indiscutido.
Aunque los alfajores son el producto insignia, también elaboran bombones, chocolates en rama y tabletas.
Siguiendo con la tradición de hacer el mejor chocolate, Carolina, la hija mayor del matrimonio fundador, y su marido elaboran artesanalmente, con la misma receta, los productos de La Olla de Cobre en la Villa de Merlo, San Luis.
En su ranking de 2025, Taste Atlas colocó a La Olla de Cobre en el primer puesto entre las mejores marcas de alfajores del mundo. Valoró no solo el sabor, sino también la dedicación artesanal, la coherencia en el tiempo y la fidelidad a una receta que expresa identidad argentina.
San Antonio de Areco, sede de la Fiesta Nacional del Alfajor, se consagra así como un polo destacado de la tradición alfajorera nacional. Y La Olla de Cobre, como su máximo exponente.