La plataforma gastronómica TasteAtlas volvió a colocar al alfajor argentino en el centro del mapa mundial. En pleno desarrollo de la primera Noche de los Alfajores, el evento nacional que ayer inauguró su edición debut y que hoy celebra su segundo día, una nueva gráfica viral reveló cuáles son las variedades que mejor representan a la Argentina según el sitio. Del hojaldrado cordobés al marplatense bañado en chocolate, una radiografía visual y cultural del ícono dulce del país… pero ¿cuál fue el estilo que terminó destacándose por encima del resto?
En los últimos años, TasteAtlas se consolidó como una especie de árbitro global del gusto y logró influir en conversaciones gastronómicas de todo el mundo. Pocas categorías recibieron tantos reconocimientos como el alfajor argentino. La plataforma ya lo declaró la mejor “galleta” del planeta, lo ubicó como número uno en su ranking mundial y recientemente destacó que 19 de los 20 mejores alfajores del mundo son argentinos.
Ahora volvió a encender el entusiasmo con una imagen que compara los estilos más característicos del país y muestra cómo se construye cada uno, desde las masas y los rellenos hasta las coberturas y la identidad regional que los distingue.
Aunque no propone un orden ni declara ganadores, la publicación despertó una competencia simbólica entre provincias y fanáticos, cada uno defendiendo su alfajor como el verdadero representante nacional. En el fondo, más que elegir al mejor, la comparación revela algo más profundo: la enorme diversidad que define al alfajor en todo el país.

Los estilos que despertaron el debate: así es cada alfajor según la publicación de TasteAtlas
1. Alfajor santafesino
El primero en aparecer es el santafesino. Tiene tres capas finas, un relleno generoso de dulce de leche y una cobertura de merengue italiano que lo hace brillar. Es un alfajor preciso y elegante, con una tradición que combina herencia colonial y técnica pastelera moderna. Para muchos, es un símbolo indiscutible de Santa Fe.
2. Alfajor cordobés
El segundo lugar lo ocupa el cordobés, un clásico ligado a las sierras. Se reconoce por su masa suave o apenas hojaldrada y por un relleno que puede ser de dulce de frutas o dulce de leche. El glaseado blanco le aporta identidad y una estética tradicional. Es uno de los alfajores más antiguos del país.
3. Alfajor de miel de caña del Norte argentino
El tercer estilo remite al Norte. Sus tapas simples acompañan un relleno oscuro y espeso elaborado con miel de caña. No lleva baño ni decoraciones. Su sabor profundo, menos dulce y más rústico, refleja la historia cañera de Tucumán, Salta y Jujuy. Es una receta que mantiene viva una tradición con raíces coloniales.
4. Alfajor correntino
El cuarto lugar corresponde al correntino, una variedad muy representativa del Litoral. Las tapas suelen elaborarse con almidón de yuca, aunque en provincias vecinas como Chaco y Formosa también aparecen versiones hechas con harinas alternativas, entre ellas la de algarroba. Los rellenos son diversos. Además del dulce de leche y la clásica pasta de guayaba, hay productores que incorporan frutas como mamón o mango. La cobertura de azúcar impalpable completa su impronta regional.
5. Alfajor marplatense
El quinto estilo es el marplatense. Utiliza masa de chocolate, un relleno firme de dulce de leche y una cobertura espesa que lo convirtió en souvenir turístico por excelencia. Se consolidó como ícono costero desde mediados del siglo pasado y hoy es una de las versiones más populares del país.
6. Alfajor de maicena
El último de la comparación es uno de los más queridos por los argentinos. El alfajor de maicena combina tapas tiernas de almidón de maíz, un borde cubierto de coco rallado y una cantidad generosa de dulce de leche. Atraviesa generaciones y geografías, y para muchos representa la esencia más casera del alfajor argentino.
La definición oficial del alfajor argentino
El debate que generó la publicación de TasteAtlas también invita a mirar cómo se define formalmente el alfajor en la Argentina. El Protocolo de Calidad para Alfajores establece que este producto debe estar compuesto por dos o más masas horneadas unidas por un relleno que puede ser dulce de leche, mermeladas, jaleas u otras mezclas permitidas. Puede tener o no cobertura. También admite decoraciones como coco rallado o frutos secos.
La normativa aclara que cada estilo asociado a una región debe respetar sus características identitarias. Solo puede llamarse cordobés, santafesino, marplatense, correntino o de miel de caña cuando mantiene los rasgos que históricamente lo distinguieron en esa zona del país.
La tipología que presenta TasteAtlas coincide con este enfoque. No propone un ranking, sino una selección de estilos que representan tradiciones locales reconocibles. La comparación visual muestra recetas con estructuras, rellenos y técnicas que encajan de manera directa con las definiciones del protocolo. Los hojaldrados, los glaseados, los alfajores sin baño, los que incorporan harinas regionales o frutas propias de cada territorio, todos responden a identidades gastronómicas que la normativa argentina considera parte del patrimonio alfajorero.
En ese cruce entre regulación y tradición aparece la explicación de por qué un simple post internacional desató orgullo y discusiones en todo el país. TasteAtlas no eligió al mejor alfajor. Mostró, con una imagen muy clara, la variedad que sostiene a uno de los productos más queridos de la Argentina. Y esa diversidad, lejos de dividir, confirma algo que el documento oficial ya deja por escrito: detrás de la palabra alfajor conviven muchas recetas, muchos territorios y una misma identidad cultural.



