Durante décadas, la mirada sobre la fertilidad de los suelos de la región pampeana se centró casi exclusivamente en los macronutrientes (nitrógeno, fósforo y, en menor medida, azufre). Sin embargo, en los últimos años los investigadores del INTA Balcarce advierten sobre un nuevo factor que amenaza los rendimientos de los cultivos de fina: la deficiencia de zinc (Zn).
Un relevamiento reciente realizado en el sudoeste bonaerense muestra que un 33 % de los lotes analizados presentan menos de 0,80 partes por millón (ppm) de zinc disponible, nivel considerado crítico para trigo y cebada. Esta situación marca un retroceso respecto de 2011, cuando la mayoría de los suelos mostraba concentraciones medias o altas.
“Hoy, el zinc comienza a mostrar señales de deficiencia en suelos donde, históricamente, no representaba una limitante. El escenario actual obliga a repensar las estrategias de diagnóstico y manejo para evitar pérdidas económicas y nutricionales en los cultivos”, subraya Hernán Sainz Rozas, especialista en fertilidad de suelos del INTA Balcarce.
Las consecuencias de esta deficiencia no son menores. En trigo y cebada los investigadores calcularon que pueden registrarse pérdidas de entre 5 % y 15 % del rendimiento si no se aplica fertilización con Zn.
En números: un suelo con 0,75 ppm de zinc y un objetivo de 7.000 kilos por hectárea de trigo puede perder hasta 840 kilos por hectárea. Ese volumen supera ampliamente el costo de la fertilización, que ronda entre 18 y 20 dólares por hectárea.
Respecto de las estrategias de manejo recomendadas, Pablo Barbieri, también del INTA Balcarce, enfatizó la importancia del diagnóstico.
“El método más confiable es la determinación de zinc extractable en muestras tomadas a 20 centímetros de profundidad, preferentemente en presiembra. Dado que el Zn presenta una alta variabilidad espacial, recomendamos entre 25 y 35 submuestras por lote con muestreadores de acero inoxidable”, explicó.
En cuanto a la reposición, existen distintas alternativas, tales como fertilizantes sólidos simples o compuestos y líquidos; tratamiento de semillas y aplicaciones foliares.
Una práctica que gana espacio es la aplicación conjunta de fósforo y zinc, ya sea mediante mezclas sólidas o recubrimientos líquidos de los fertilizantes fosfatados. Esta estrategia mejora la distribución del micronutriente en el suelo y su absorción por el cultivo.
De qué se trata
El zinc cumple un rol clave en procesos fisiológicos centrales.
“Su deficiencia no solo afecta el crecimiento del cultivo, sino que reduce la eficiencia en la utilización de nitrógeno y fósforo, nutrientes fundamentales para sostener altos rendimientos”, dijo Nahuel Reussi Calvo, investigador del Conicet y la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Por su baja movilidad en el perfil del suelo, los especialistas recomiendan considerar la fertilización con zinc como una inversión estratégica a largo plazo.
Nahuel Reussi Calvo, investigador del Conicet y la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Se sostiene que el objetivo debe ser elevar los niveles hasta 1,3 ppm para evitar restricciones futuras. Y que fertilizar no solo repone lo exportado, sino que mejora el capital nutricional del suelo.
El laboratorio de suelos del INTA Balcarce ha confirmado que dos de cada tres suelos de la región pampeana presentan niveles medios a bajos de zinc. Una problemática que antes era más característica del norte y que, ahora, se extiende al sur bonaerense, núcleo de la producción de trigo y cebada.