No solo hemos contaminado gravemente nuestro planeta, sino que también nos hemos encargamos de ensuciar el espacio exterior.
La basura espacial son restos que las actividades humanas van dejando por el espacio. Básicamente, son desechos artificiales que provienen de los sistemas adjuntos que se han empleado para enviar satélites y cohetes durante casi 60 años al espacio y de elementos que se han quedado obsoletos.
Entre los desechos que giran alrededor de la Tierra hay varios satélites que ya han cumplido su misión o que se han quedado sin combustible, por lo que han caído en una órbita eterna, hasta que el rumbo de ésta cambie por alguna razón y se precipiten sobre la superficie o sean expulsados fuera del ámbito de atracción terrestre.
También hay piezas de cohetes como el carenado, que es un sistema de protección que llevan todos los satélites que se envían al espacio. Una vez que el ‘paquete’ atraviesa la atmósfera esta ”coraza” se desprende del objeto al que acompaña y queda orbitando. A ello se le suman pequeños objetos que se han desprendido de los vuelos espaciales como tornillos, trozos de plástico o metal, etc.
Se calcula que ya hay más de 6000 toneladas de desechos espaciales que orbitan el planeta y esta cifra va en aumento, puesto que los viajes espaciales parece que han tomado un nuevo impulso. De hecho, se espera que en 2025 se vuelva a pisar la Luna y los multimillonarios del mundo están expectantes con la posibilidad del turismo espacial.
Se han propuesto varias soluciones para limpiar el medio ambiente alrededor de la Tierra, pero por el momento la carencia de financiación impide que ninguna se ponga en práctica, puesto que hacer una limpieza a fondo del espacio costará millones de dólares. Y resulta imposible luchar contra los desechos espaciales si las partes interesadas, es decir quienes usan y usarán el espacio más adelante, no colaboran y contribuyen a ello.
Sin fondos para implementar los métodos de limpieza adecuados, a los astrofísicos preocupados por este tema se les hace imposible fabricar las herramientas virtuales y reales, que les permitan comprender el comportamiento de estos escombros, cada uno de los cuales puede resultar un peligro, tanto para el planeta, como para los satélites que están en funcionamientos y los futuros envíos de naves y artefactos.
Si bien hay muy pocas probabilidades de que los trozos mayores ingresen en la atmósfera terrestre y provoquen daños de consideración, es importante saber cómo se comportarán los desechos, puesto que podrían dañar satélites que están operativos y de los que dependen las telecomunicaciones, Internet o los sistemas de GPS.
La Estación Espacial Internacional ya tuvo que maniobrar varias veces para evitar colisiones con esta basura y gracias a su satélite RemoveDEBRIS, pudieron recoger en 2019 los primeros desechos espaciales. La NASA sostiene que, en una década cada cohete que se envíe al espacio topará con al menos un escombro en su camino. Es necesario limpiar el espacio, porque sin soluciones viables podría volverse inaccesible en 2100.