Fueron los creadores del chocolate en rama y también fueron pioneros en el rubro en Bariloche, la Capital Nacional del Chocolate. Esta es la historia de la familia Fenoglio.
En 1939, Aldo Fenoglio llegó a la Argentina junto a su esposa Inés Secco. Huían de la guerra y habían tenido que dejar atrás la chocolatería que poseían en Turín, en el norte de su Italia natal. Sin embargo, su pasión por el chocolate artesanal los acompañó en el nuevo rumbo que tomaron.
Tronador: la primera chocolatería de Bariloche
Instalados en Bariloche, en 1948 fundaron la primera chocolatería de la ciudad que luego haría de ese rubro una marca de distinción. El local se llamó Tronador, como el cerro local, funcionaba como cafetería y, al lado, tenía la fábrica de chocolates con el apellido familiar.
En los 60 el local de la chocolatería Tronador pasó a llamarse Fenoglio. De la mano del turismo, comenzaron a crecer, y sus productos, a hacerse cada vez más conocidos. Aldo falleció repentinamente en 1970 y la compañía quedó en manos de su hijo Diego, que con 20 años abandonó los estudios para hacerse cargo del negocio familiar.
Junto a su hermana y su madre —luego se incorporarían dos hermanos más—, habían quedado a cargo de Fenoglio, que ya contaba con un gran prestigio, por lo que no faltaban clientes. Sin embargo, la calidad del producto había mermado. Diego planteó a su familia la necesidad de invertir en un producto de calidad premium, pero ellos decidieron no innovar.
Diego Fenoglio, el fundador de Rapanuí
En ese momento, Diego Fenoglio decidió seguir su instinto y fundó Rapanui en 1996, empresa que hoy factura 1.600 millones de pesos anuales y emplea a más de 600 trabajadores en doce locales. Sobrevivió a la crisis de 2001, al coronavirus e incluso a la erupción del volcán Puyehue que mantuvo aislada a Bariloche casi dos meses.
Rapanui posee trece locales repartidos entre Bariloche y el AMBA, más uno en Pinamar que abre sólo en temporada alta. Existen proyectos de llegar a Rosario, Mendoza y Córdoba. Para arribar a Buenos Aires, la marca sumó los helados, más propicios para el clima de la zona.
De los helados, que se fabrican en cada local y en el mismo día, se encarga uno de los hijos de Diego, Aldo Fenoglio. La marca posee además una planta procesadora de pulpa en el Mercado Central, donde se eligen las mejores frutas cada día, las procesan y las envían a las sucursales. A veces, eso genera faltantes de gustos y llegan las quejas, pero siempre la calidad se sobrepone a la cantidad para los Fenoglio.
Leticia Fenoglio, también hija de Diego, está a cargo de la fábrica que poseen en Valencia, ya que hace tiempo traspasaron fronteras y están hoy presentes en 16 países.
Esa fábrica se abrió para abastecer los mercados de Estados Unidos y Europa, incluso lograron conquistar los paladares de los reyes del chocolate, los suizos. Además, desde Bariloche, la empresa abastece los mercados de Chile, Colombia, Uruguay, Perú y México.
El legado de la familia Fenoglio se mantiene más vivo que nunca. La firma ha recibido muchos pedidos de franquicia, pero los Fenoglio eligen resguardar su marca y mantener bajo su órbita los más de sesenta productos que elaboran, monitoreando la calidad que distingue a la marca en cada rincón que se saborea una de sus creaciones.