La entidad señaló que la actividad económica del gigante asiático se enfrió por las regulaciones al sector inmobiliario y financiero. Redujo su perspectiva de mejora al 8% en 2021 y 5,1% en 2022.
El Banco Mundial (BM) redujo en medio punto porcentual su previsión del crecimiento de China para este año con respecto a sus anteriores predicciones.
Según el último informe de la entidad publicado ayer, la actividad económica del gigante asiático vivió un “fuerte repunte” en la primera mitad de 2021 pero “se enfrió rápidamente” en la segunda mitad del año.
El PIB de China se ralentizó en el tercer trimestre, de acuerdo con los datos oficiales, al crecer un 4,9% tras los avances del 18,3% y del 7,9% registrados en los dos primeros cuartos de 2021.
El BM cree que el enfriamiento se debe a factores como los recurrentes rebrotes de COVID, que “complicaron” la reanudación del sector servicios, y a una mayor regularización de las autoridades en el sector inmobiliario y el financiero.
El BM espera que el PIB de China alcance el 8% este año, 0,5 puntos menos que en sus predicciones anteriores, y un 5,1% en 2022 debido a “un efecto de base menos favorable y una menor contribución exportadora”, a lo que hay que sumar “los esfuerzos del Gobierno por el desapalancamiento”.
El organismo indica que su informe parte de la premisa de que el país seguirá con su política de “cero casos” de COVID, la cual implica imponer fuertes restricciones en las zonas en las que se detectan casos o mantener las fronteras prácticamente cerradas.
“Esta estrategia requiere medidas de contención continuas, pero esperamos que la demanda doméstica siga reanudándose gradualmente”, añade. No obstante, el BM argumenta que las nuevas variantes del coronavirus, como la Ómicron, podrían llevar a “mayores restricciones y mayores interrupciones en la actividad económica”.
“A corto plazo, las autoridades deben abordar el apalancamiento excesivo en el sector inmobiliario, pero también han de proveer de liquidez al sistema para evitar contagios”, señala la entidad. A medio plazo, se trata de lograr la tan ansiada transición china hacia un crecimiento de alta calidad orientado al consumo.
Así, el BM recomienda a China dirigir el crecimiento de la demanda externa a la doméstica, de la inversión tradicional -como en infraestructuras- al consumo, del Estado al sector privado y de una economía basada en el consumo de carbón a una baja en emisiones contaminantes.
Para ello serían necesarias “reformas estructurales” que pasan por abrir sectores que aún están protegidos, eliminar restricciones a la movilidad laboral o introducir reformas fiscales progresivas y mejores redes de seguridad social.