Carlos Kretz: una vida de inventos y soluciones
Carlos Kretz nació en Rosario, donde estudió y fundó la empresa que está presente en todos los comercios de Argentina. Además, tiene un hobby muy particular.
Muchas de las grandes historias de la industria argentina nacen de la siguiente manera: un empleado de una importante empresa multinacional es despedido, y en lugar de buscar otro empleo, utiliza sus conocimientos para lanzarse por su cuenta y emprender. Ese es el caso de Carlos Kretz, que luego de perder su puesto en la firma Phillips, y aprovechando que hacía un tiempo comerciaba pequeños aparatos eléctricos que él mismo fabricaba, decidió junto a su esposa fundar la empresa que hoy lleva su apellido como insignia.
Kretz, que ya estaba recibido de ingeniero mecánico en ese entonces, empezó con su proyecto homónimo en 1963 y al poco tiempo ya le vendía productos a gran des industrias. Además, diseñaba y fabricaba soluciones para los problemas que le presentaban sus compradores. Así fue que, en la década del 70, Carlos notó que todas las fábricas que envasaban productos, necesitaban un elemento para medir el peso de aquello que era envasado. A partir de ese momento, desde Rosario, las balanzas electrónicas Kretz se fueron expandiendo a los almacenes, supermercados, y comercios de todo el mundo.
Carlos Kretz desarrolló sus primeras inquietudes alrededor de la tecnología en el taller donde su padre, que era mueblero, trabajaba. Cuenta Kretz que en su hogar había revistas con instrucciones para fabricar cosas, y de ahí fue sacando ideas, que luego motivado por la curiosidad aplicaba con los materiales que encontraba. Allí, en Dorrego y Pasco, pleno centro rosarino, bien cerquita del Parque Independencia, donde él había crecido y aprendido todo lo que necesitaba, instaló su empresa.
Ya en la década del 90, con la compañía consolidada y las balanzas Kretz distribuidas por todo el país, la fábrica se trasladó a su actual ubicación en Pueblo Esther, una localidad santafesina a unos 20 kilómetros de Rosario. Desde ese emplazamiento se ha expandido por todo Latinoamérica, y apunta a seguir abriéndose paso en nuevos mercados, así como a investigar y desarrollar nuevos productos.
La pasión por las máquinas a vapor, herencia de su abuelo
El don que posee Carlos Kretz para diseñar e inventar cosas no se limita al mundo empresarial, sino que se expande para convertirse en un hobby y, a la vez, un homenaje a la Revolución Industrial.
“Son modelos funcionales. Esos motores funcionan originalmente con vapor, yo no los hago funcionar con vapor porque en algunas dimensiones si achico mucho una caldera no me alcanza para mover el dispositivo. Entonces se reemplaza el vapor por aire comprimido. El tractor y la autobomba sí pueden funcionar a vapor, tienen la caldera funcional –explica-. Pero después me tengo que pasar media hora limpiando. Cuando funciona a vapor sale humo por la chimenea”, explicó Carlos durante una exposición que se realizó sobre sus creaciones en su ciudad natal.
Cada modelo puede tardar dos años en finalizarse, y lo más increíble de todo es que Kretz no necesita los planos originales para realizar el trabajo. En ocasiones le basta con medir la pantalla mientras observa un video en internet de las máquinas, y luego su talento hace el resto.