Sorgo: el cultivo que se afianza como aliado estratégico en la Argentina

En los últimos años ha ganado terreno en los sistemas productivos por méritos propios: rusticidad, adaptabilidad y valor nutricional.
El sorgo no solamente ocupa el sector de granos, sino que también es doble propósito en las regiones tamberas.

Más allá de ser impulsado por factores coyunturales como la sequía y la aparición de la chicharrita, el sorgo ha pasado de cultivo alternativo a socio estratégico y ya no es una opción de segunda para pasar a cumplir un rol central (especialmente en zonas tamberas).

“El sorgo no solamente ocupa el sector de granos, sino que también es doble propósito en una región muy tambera. Sigue siendo protagonista, independientemente de que sabemos que hay una baja en la superficie debido a que el último año no tuvimos la famosa chicharrita, pero el sorgo siempre lo tomamos como un complemento al maíz; no lo va a suplantar nunca, pero cumple una función principal”, explicó Ing. Agr. Santiago Gadea, responsable de Desarrollo Técnico para Advanta Semillas.

Esta visión también es compartida por Pablo Páez, técnico de la misma empresa, quien remarca que el principal desafío para los productores es cambiar la manera en que se plantea el cultivo.

“Lo que tiene que tener en cuenta un productor es el lote que va a utilizar, el ambiente que le va a dar al cultivo y la nutrición”.

Santiago Gadea

“Muchas veces el sorgo en la región se utilizaba en los peores lotes y era un cultivo más abandonado, lo que uno llama un cultivo alternativo y no se atendía de la misma manera que atiende al maíz”, afirmó Gadea.

El enfoque cambia radicalmente cuando el sorgo se maneja con la misma seriedad que el maíz. Páez sostiene que este cambio en la planificación puede traducirse en grandes beneficios en términos productivos.

Si planteamos ese sorgo como hacemos maíz, ya tenemos un punto a favor, porque estamos complementando la dieta con un cultivo que lo voy a hacer de la misma forma que el maíz y voy a lograr la misma capacidad energética en el silo”, aseguró.

En sistemas lecheros, donde la continuidad y calidad del forraje son claves, el sorgo ha demostrado ser una herramienta confiable, sobre todo en escenarios adversos como los últimos años marcados por fuertes déficits hídricos.

“El sorgo lo debe hacer como maíz y debe ser un complemento perfecto, que frente a algunas situaciones ambientales va a tener mejor respuesta que el maíz por ser un cultivo más rústico. Como últimamente estos últimos años, con la sequía fue el cultivo que verdaderamente el productor lo ayudó a llenar bolsa y a no perder esa capacidad de reservas como sí le pasó con el maíz”, subrayó Páez.

Tanto Páez como Gadea coinciden en que el sorgo no viene a reemplazar al maíz, sino a complementarlo inteligentemente dentro de un esquema productivo que valore la diversificación, la eficiencia y la adaptabilidad.

El mensaje es claro: con un manejo adecuado y una planificación estratégica, el sorgo tiene todo para consolidarse como una herramienta clave en la agricultura argentina.