Empresarios del sector muestran optimismo debido a la situación macro del país, que consideran que permitirá captar inversiones y competitividad en la región.
Empresarios de la industria forestal aseguran que a partir del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) y de la estabilidad macroeconómica, el sector está en condiciones de salir de una situación de estancamiento que la ha relegado mucho con respecto a otros países de la región.
En la Argentina esta actividad se compone básicamente de tres sectores: la plantación de árboles y extracción de madera, la elaboración de productos de madera y la industria papelera y del cartón. La mayor parte de las plantaciones se encuentra en la Mesopotamia, que por su clima permite una alta velocidad de crecimiento de los cultivos, según indicó un comunicado del sector.
De acuerdo con la directora ejecutiva de la Asociación Forestal Argentina (AFOA), Claudia Peirano, la Argentina quedó muy atrasada con respecto a los países vecinos, sobre todo en los últimos veinte años.
En ese tiempo, Brasil pasó de ser un actor marginal en el mercado de pasta celulósica a fabricar el 40 % de ese producto en el mundo. Uruguay no tenía actividad forestal hasta que en la década del 90 comenzó a instalar plantas de celulosa: hoy tiene tres y exporta por unos 4.000 millones de dólares anuales. Incluso una empresa japonesa compró 40.000 hectáreas para montar la cuarta.
Hasta Chile y Paraguay tienen inversiones importantes en este sector, añadieron los empresarios en tono de queja y detallaron que “en la Argentina la última planta que se montó fue hace más de cuarenta años», refiriéndose a Alto Paraná, una empresa controlada desde los 90 por la chilena Arauco y que cuenta con plantas en la provincia de Misiones.
Peirano aseguró que el país tiene condiciones muy favorables para el desarrollo de esta industria, sobre todo para la explotación de pino y eucaliptus. Sin embargo, aclaró que «esas condiciones no implican que lleguen las inversiones, que son a muy largo plazo, involucran desembolsos de alrededor de 3.000 millones de dólares y requieren de seguridad jurídica para poder planificar”.
“Entonces, sucede que el país tiene una historia macroeconómica muy complicada que no resulta amigable para este tipo de actividad. A eso hay que agregar que el conflicto de hace veinte años con la finlandesa Botnia, que se instaló en Fray Bentos (Uruguay) y también una animadversión a este tipo de negocio, ahuyentó las inversiones”, enfatizó la directiva.
A eso se suma que la Argentina tiene una balanza comercial negativa con la actividad forestal, único caso en la región: aquí se importa papel por unos 1.000 millones de dólares anuales.
Ahora, con la inclusión del sector forestal en el RIGI “y el discurso muy positivo del gobierno nacional hacia este sector, estamos en condiciones de permitir que la situación actual de estancamiento comience a revertirse. Estamos en un momento bisagra”, destacó Peirano, y explicó que las únicas inversiones que hubo en estos últimos años son de unos 100 millones de pesos, por ejemplo en aserraderos, muchos de los cuales se han asentado en torno a la ruta nacional 14, en la provincia de Corrientes.
Desafíos del sector forestal en el Mercosur
Un reciente informe sobre los desafíos del sector forestal del Mercosur en el mercado global, en el contexto del reglamento de la Unión Europea sobre productos libres de deforestación (EUDR), destacó el gran potencial de la región para posicionarse como un actor clave de este negocio en el mundo.
Ese documento, difundido por Consejo Foresto Industrial Argentino (Confiar) resaltó que esa actividad puede atraer inversiones por más de 6.000 millones de dólares, generando miles de empleos. También estimó que la Argentina puede sumarse al “club global” de productores de celulosa a partir de la inclusión del sector en la promoción del RIGI y “el camino hacia la estabilidad macroeconómica”.
La entidad resaltó, asimismo, que el país tiene ventajas comparativas para el crecimiento forestal y que los países vecinos han demostrado la posibilidad de crecimiento forestoindustrial con alrededor de 30.000 millones de dólares de inversión en los últimos veinte años.
A la vez, explicó que el reglamento EUDR representa nuevas oportunidades para los países del Mercosur, ya que a partir de este año los productos forestales que ingresen a la Unión Europea deben estar libres de deforestación. Esto implica que las empresas deberán adaptarse a nuevas exigencias, como sistemas de trazabilidad robustos, certificaciones de sostenibilidad y auditorías independientes.
Confiar representa al sector forestoindustrial que, en conjunto, involucra 1,3 millón de hectáreas de plantaciones forestales; 53 millones de hectáreas de bosques nativos; exportaciones por 550 millones de dólares; 100.000 empleos directos (de los cuales un 7 % se encuentra en Santa Fe) y 6.000 pymes de la cadena madera-muebles.