El ministro de Hacienda anunció que la rebaja para los más ricos quedaba en suspenso, luego de las múltiples críticas y la caída récord de la libra la semana pasada.
El ministro de Finanzas británico, Kwasi Kwarteng, dio marcha atrás con la rebaja de impuestos a los más ricos, diez días después de anunciar esta medida que fue castigada con dureza por los mercados financieros, los electores y su Partido Conservador.
El drástico giro tiene lugar menos de un mes después de la formación del nuevo gobierno por la conservadora Liz Truss, que el 6 de septiembre sucedió a Boris Johnson como nueva primera ministra, defendiendo un controvertido programa económico ultraliberal, informa la agencia France Press.
«Está claro que la supresión del tipo impositivo del 45% se ha convertido en una distracción para nuestra misión de hacer frente a las dificultades de nuestro país», escribió Kwarteng en Twitter horas antes de intervenir ante las bases del Partido Conservador, reunido en su congreso anual en Birmingham, en el centro de Inglaterra.
Posteriormente, en una entrevista con la BCC negó que fuera a presentar su renuncia al cargo.
Propuestas
La medida cuestionada consistía en abolir el tramo superior del impuesto sobre la renta, con una alícuota del 45%, enmarcada en un paquete económico más amplio que incluye suprimir el límite a las primas de los banqueros, revisar un incremento previsto del impuesto de sociedades y una reciente suba de las cotizaciones a la seguridad social.
Al mismo tiempo, Truss y Kwarteng no descartaron recortar el gasto público y las ayudas sociales pese a que el Reino Unido vive una grave crisis del costo de la vida, impulsada por una inflación del 10% y que sigue subiendo.
El gobierno también anunció el 23 de septiembre un plan de apoyo a los hogares frente a los disparados costos de la energía.
Sin embargo, el conjunto fue criticado como favorables a los más ricos y provocó una tormenta política en el preciso momento en que los conservadores se reúnen en un congreso que debía celebrar la elección de Truss pero acabó convirtiéndose en el primer desafío a su legitimidad.
Numerosos diputados conservadores, partidarios de su rival Rishi Sunak -exministro de Finanzas- en la elección por suceder a Johnson, amenazaron con votar en contra, anunciando una posible nueva revuelta en la Cámara de los Comunes.
La ONG Oxfam aplaudió que el gobierno «haya comprendido que recortar los impuestos a los más ricos durante una crisis del costo de la vida no es el camino a seguir». Su responsable Katy Chakrabortty pidió que «los ministros no traten de equilibrar las cuentas a costa de quienes luchan por pagar facturas y alimentar a sus familias: los servicios públicos, el bienestar y la ayuda son más necesarios que nunca».
Después de que un reciente sondeo de YouGov diese al opositor Partido Laborista hasta 33 puntos de ventaja respecto a los conservadores, otra encuentra mostró el viernes que para 51% de los británicos Truss debería dimitir (36% de votantes conservadores) y 54% piensa que Kwarteng debería dejar el cargo (41% de conservadores).
Su plan económico, financiado con un incremento de la ya muy abultada deuda pública, había desestabilizado los mercados en los últimos días.
La libra se desplomó a su nivel más bajo y las tasas de interés de la deuda pública alcanzaron a su nivel más alto desde la crisis de 2009, amenazando la estabilidad financiera del país.
El Banco de Inglaterra tuvo que intervenir de urgencia para estabilizar una situación que provocó llamadas de atención del Fondo Económico Internacional y las agencias de calificación de la deuda.