El bicarbonato de sodio, un polvo blanco con mil usos, vuelve a ser protagonista por su auge viral en redes como TikTok, donde se usa para limpiar desde hornallas sucias hasta como suplemento para mejorar el rendimiento deportivo. En Argentina, una sola empresa —Chimex Food— produce bicarbonato de sodio “food grade”, el mismo que se usa en panificados, dulce de leche, productos de limpieza e incluso en procesos industriales sostenibles. Desde su planta en San Pedro abastece al mercado local y exporta un ingrediente de alta pureza que une la cocina con la ciencia y la industria.
Fundada en 2012, Chimex Food es la única compañía del país que fabrica bicarbonato de sodio de calidad alimenticia, conocido como food grade premium. Su producción abastece tres grandes sectores: el alimentario, la nutrición animal y el industrial. En la industria alimentaria está presente en galletitas, snacks, bizcochuelos, helados y bebidas, pero también cumple un rol clave como aditivo en la elaboración del dulce de leche y del queso mozzarella, donde regula el pH y evita la acidificación. En nutrición animal, se utiliza en la alimentación de ganado, cerdos, aves y mascotas, mientras que en el ámbito industrial actúa como regulador de pH en curtiembres, agente protector en el lavado de frutas y hortalizas para exportación, y hasta en la carga de matafuegos. Su pureza y versatilidad lo convierten en un producto que se mueve con la misma naturalidad entre la cocina y la fábrica.
El auge del bicarbonato no es solo local. Según un informe de Global Market Insights, el mercado mundial de bicarbonato de sodio alcanzará los 9.900 millones de dólares en 2034, con un crecimiento anual promedio del 3,7%. Los segmentos de alimentos, bebidas y nutrición animal concentran casi una cuarta parte de la demanda global, lo que demuestra que este compuesto, presente tanto en una fábrica como en una alacena, atraviesa una nueva era de expansión. En ese contexto, la producción local cobra aún más relevancia: Argentina fabrica con estándares internacionales un insumo que el mundo demanda cada vez más, combinando innovación, calidad y sostenibilidad.
Además de su valor industrial, el bicarbonato destaca por sus propiedades ambientales. No es tóxico ni inflamable, se disuelve fácilmente en agua y no genera residuos peligrosos, características que lo convierten en un químico seguro y sostenible. En la industria, su uso se extiende al tratamiento de gases, la purificación del aire y la neutralización de emisiones, mientras que en los hogares mantiene su reputación como aliado para limpiar, desodorizar y conservar alimentos. Esa dualidad —entre lo cotidiano y lo científico— explica por qué hoy el bicarbonato de sodio vuelve a estar en el centro de la conversación global sobre productos naturales y sostenibilidad.
Lo que antes era un ingrediente doméstico hoy impulsa procesos industriales y soluciones ambientales. El mismo polvo blanco que usamos para cocinar o limpiar también ayuda a reducir emisiones, tratar aguas y fabricar productos más seguros. El bicarbonato argentino demuestra que la química puede ser parte de la solución y que, detrás de algo tan simple, hay una historia de innovación que conecta la tradición, la industria y el futuro verde.