La estrepitosa caída del sector no se condice con la estabilidad financiera, por lo que las estrategias que tratan de impulsar apuntan al financiamiento para lograr revertir la crisis.
La industria sigue teniendo un panorama complejo, a la caída de la actividad ya sufrida, se presenta un futuro inmediato en el que parece no haber mejorías. Pero a su vez, se encuentra en una calma financiera y una estabilidad macroeconómica por la cual siempre abogó. Esa es la ventana que buscan aprovechar para que se traslade de los mercados a la economía real.
Con un Gobierno que sólo se enfoca en ordenar la macroeconomía, el crédito es el vehículo que ve el sector para una recuperación, tanto para la producción como para el consumo. Ante la falta de respuestas oficiales, la intención es sondear una propuesta con los bancos.
La expectativa es alinear tasas a la inflación o, en el mejor de los casos, que sean menores a la proyección anual del 30%. Algo que sólo podría ocurrir a tasa subsidiada, es decir, que la administración libertaria deje de lado la ortodoxia para inyectar liquidez en las fábricas. Si bien el ministro de Economía Luis Caputo deslizó a industriales estar dispuesto a otorgar crédito para alimentar el consumo, es el presidente Javier Milei el que mantiene una estricta orden de no salirse ni un ápice del programa monetario, según indican fuentes cercanas a las principales figuras de la política nacional.
Desde los resultados electorales, la caída del riesgo país actuó como un catalizador, desatando una competencia por el acceso a dólares entre las empresas con mayor espalda (de sectores llamados estratégicos, como energía) y las administraciones provinciales, que salieron al mercado con tasas entre el 7% y el 8%. Estos actores están logrando captar divisas que, al volcarse parcialmente al circuito financiero local, están generando un efecto esperado: alivian la fuerte presión cambiaria que mantuvo presionando al techo de la banda durante los dos meses precedentes.
Mientras, las fábricas que estuvieron tomando crédito para solventar el corto plazo lo hicieron con adelantos a cuenta corriente a siete días y a tasas del 37,7%. Un porcentaje aún positivo real, es decir, por encima del nivel general de precios, aunque más bajo que en la previa electoral, en un promedio de 109%. En el caso de los créditos personales, hoy el interés está en 77,4% anual, según datos del Banco Central. En fintechs y financieras la tasa aumenta a más de 200% en algunos casos.
El ejemplo de Brasil
En este escenario, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, comparó la situación financiera con Brasil. “Un país como Brasil tiene 350.000 millones de dólares de reservas. Eso te da una certidumbre en la moneda. Tiene un sistema financiero que es el 75% de su PIB. Nuestro sistema financiero es el 14 y damos crédito por el 10. Ellos son el 75 y dan crédito por 70. Cuando vos bajás la inflación, el motor de la economía es la inversión y el crédito. Tenemos que entender también el camino que hizo Brasil en generar la baja inflación, la acumulación de capital y también generar los mecanismos para que haya crédito productivo”, planteó en una entrevista televisiva.
Y agregó: “Hay una política industrial en todo lo que es la energía, la infraestructura, en el financiamiento. O sea, todos los países del mundo tienen línea de financiamiento a largo plazo, de baja tasa, para obras de infraestructura y también para, sobre todo, inversiones importantes que tienen un repago muy a largo plazo. O sea, eso significa generar dede el Estado políticas para alentar la inversión”.
Fuentes del sector bancario indicaron que en este momento “ya prácticamente todo lo que lo que había de exceso de liquidez o lo que estaba en en títulos de Banco Central está bastante prestado”. Por lo tanto, “para que crezca el crédito a partir de ahora hay que salir a buscar más depósitos y hoy el fondeo para que vaya a un banco obviamente tiene que ser por arriba de la inflación”.



