Andres Souto es ingeniero agrónomo y productor ganadero pampeano desde hace más de cincuenta años. Hoy integra la Comisión Directiva de la Asociación Agrícola Ganadera de La Pampa (AAGLP) y repasó brevemente la historia reciente de la ganadería en La Pampa con La Agrícola y explicó cómo lograr la convivencia entre el sistema productivo y los bosques locales.
¿Cómo describiría a la ganadería de La Pampa en los últimos años?
La ganadería pampeana ha sufrido altibajos en las últimas dos décadas, con una gran caída que comienza por el cierre de la exportación y el control de precios en el mercado generando incertidumbre y liquidación por los bajos valores de la hacienda. Se agrava considerablemente después por la seca a partir del año 2008 con una caída de stock del 40 % o 1.200.000 cabezas, aproximadamente.
Luego comienza su recuperación a partir del año 2015 hasta el 2017 donde llega a un techo de 4.052.586 de cabezas, cifra similar a la que había en el año 2007 y que hay hasta la fecha. Esta recuperación del stock no fue pareja para las diferentes categorías: en la cría hubo un incremento aproximado del 10 %, en gran parte debido al mejoramiento de buenas prácticas ganaderas. No obstante, en la recría e invernada hubo una pérdida de 400.000 cabezas que no se han logrado recuperar, producto mayormente del cambio del sistema de terminación que pasó de un engorde a pasto a la terminación a corral fuera de la provincia.
Los campos de invernada se pasaron mayormente a la agricultura por una mejora de los resultados económicos. La terminación a corral ha venido para quedarse, aunque también tiene sus altibajos de rentabilidad. Solo prosperan los que se manejan con alto profesionalismo. La terminación a pasto está cada vez más acotada en las empresas y tiene que competir en rentabilidad con la agricultura y con las zonas más marginales para satisfacer mercados cada vez más específicos. En estos momentos, los campos ganaderos y los engordes a corral tienen plena ocupación, dado en gran medida por la retención de hacienda e inversión como refugio de capital o especulación ante el descontrol inflacionario.
¿Cómo se está desarrollando la cría en La Pampa?
La cría ha logrado muy buena mejoría en genética y sanidad, pero esto solo no logra mejorar significativamente los resultados reproductivos, productivos y económicos. Falta aún mejorar mucho en alimentación, manejo e infraestructura, motivo por el cual la cría no ha llegado aún a su techo. No tiene sentido tener más terneros de una gran calidad cada vez más livianos para ser terminados en un corral. Habría que darles mayor valor agregado y así mejorar los resultados de las explotaciones que a través de los años han sufrido una descapitalización constante. Muestra de esto es el deterioro que se observa en los campos, principalmente en infraestructuras, y sobre todo, lo que tiene impacto directo sobre la alimentación como son las pasturas y la arbustización desenfrenada que va quitando rendimiento y calidad en el forraje.
El descontrol del ciervo y del jabalí, principalmente en algunas áreas, desincentivan al productor a hacer rotaciones de pasturas por el daño que ocasionan y el alto costo de reposición. Es urgente tomar medidas y salir de estos problemas que condicionan a un buen manejo. Los pastizales naturales no son la panacea para mantener a una vaca en óptimas condiciones durante todo el año. No deberían ser el único recurso forrajero si se pretende mejorar la producción. Se ven seriamente amenazados por el pastoreo continuo, se requiere de rotaciones con otras pasturas e incorporación de leguminosas para mejorar la fertilidad, compactación, evitar el empajamiento y el avance del renoval. Estos objetivos no se logran únicamente con la cría por su baja rentabilidad. Lo importante es buscar la forma de mantener un sistema sustentable y avanzar hacia continuar el ciclo hacia la terminación del animal.
¿Cómo se logra que conviva el sistema productivo ganadero y los bosques de caldenes?
El bosque de caldén no está en peligro de extinción sino todo lo contrario: ha invadido a través de décadas en forma desmesurada a otras áreas agroecológicas sin tomar cuenta la gravedad que eso significa, provocando su degradación y desnaturalización, amenazando el desarrollo del pastizal. Es solo ver a través de los años cómo la zona de cría sufre la falta de un desarrollo socioeconómico sustentable que no logra aumentar ni retener la población rural.
Gran parte de los campos están explotados por terceros agravando más aún la desinversión en mejoras. Esto merece un análisis reflexivo y replantearse en qué se puede mejorar desde lo productivo. A modo de ejemplo podemos ver que dentro de una misma zona hay productores que tienen el doble o triple de producción. Seguramente son diferentes modelos de explotación, que requieren de más inversión, tecnología, absorción de mano de obra calificada, etcétera, pero logran mayor rentabilidad, lo que sin dudas va a definir el progreso y quién a la larga se queda o se va del sistema. Por eso hace falta implementar una buena política de producción, manejo y desarrollo para que las descendencias de los productores genuinos puedan seguir permaneciendo en el lugar y los pueblos del interior se desarrollen teniendo un sustento sólido basado en el trabajo.
¿Cómo se está desarrollando hoy la ganadería pampeana en esta coyuntura?
A modo de reflexión, la crisis es una coyuntura de cambio y también de oportunidades. Aún hay mucho por mejorar y aumentar la ganadería en el futuro. Los procesos son lentos, debería comenzarse ya, aunque no todo depende de lo que pase tranqueras adentro sino también del acompañamiento de los gobiernos, la industria frigorífica, el mercado, etcétera.
Nunca hemos tenido un mercado tan favorable como el de hoy, con una demanda de la carne vacuna insatisfecha a nivel mundial que aún no ha encontrado su techo. Pensando a futuro, la suerte de la ganadería va a depender de las políticas que se tomen sobre ella, la correcta implementación de manejos sobre los pastizales y los bosques, como así también se contemplen las necesidades de quienes trabajen en las mismas más allá de los factores climáticos, de mercado o comercialización. Los buenos resultados económicos no dependen de un solo factor si se quiere desarrollar una ganadería pujante como lo han logrado países vecinos en los últimos años.