Por primera vez en la historia, la carne de pollo se colocó por encima de la vacuna en la elección de los consumidores argentinos. La principal razón es económica, ya que su precio es menor.
A pesar de las subas de los últimos meses, el pollo sigue siendo la carne más comprada del país. Actualmente, el consumo es de 47 kilos por habitante al año y por primera vez en la historia argentina superó los números de la carne vacuna, según explicó el director ejecutivo del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Carlos Sinesi.
“El consumo actual de pollo es de unos 47 kilos por habitante por año. Eso nunca había pasado en la Argentina. Superó por primera vez al consumo de carne vacuna”, detalló Sinesi. En este sentido, remarcó que el pollo se consolidó como la proteína más elegida por los argentinos, principalmente porque es más económica en comparación con la carne de vaca.
Consultado por las constantes quejas de consumidores por las subas en carnicerías y supermercados, el directivo explicó que los valores de salida del frigorífico no son los mismos que los que enfrenta el consumidor en góndola, aunque aclaró que se está haciendo un seguimiento constante de esa brecha. “El kilo de pollo entero está entre 3.000 y 3.600 pesos, dependiendo del lugar, y el kilo de pata muslo ronda los 8.500 pesos los 3 kilos”, afirmó.
Sobre el caso de cortes como la suprema, Sinesi señaló: “La suprema, al ser todo deshuesado, tiene un costo mayor. Hoy ronda los 7.500 pesos el kilo”. Y agregó: “Hay cortes más económicos como el ala o la carcasa, que si bien tienen menos carne, permiten hacer sopas o caldos en familias donde cada peso cuenta”.
115 kilos por habitante por año
Respecto del consumo general de proteínas animales, sostuvo que entre carne vacuna, aviar y porcina, se consumen en total unos 115 kilos por habitante por año. “Eso ya es un techo. Para crecer, tendría que caer una proteína o aumentar la exportación”, puntualizó.
Frente al panorama económico actual, Sinesi también reconoció las limitaciones del mercado interno: “El poder adquisitivo no permite pensar en un crecimiento del consumo. La producción puede crecer solo si se exporta más o si mejora la economía local”.
Finalmente, remarcó el valor social del pollo como alimento accesible: “El pollo tiene la capacidad de adaptarse al bolsillo de todos. En este contexto, sigue siendo una opción nutritiva y económica que acompaña a las familias argentinas todos los días”.