La soja vuelve a quedar relegada luego de una gran campaña pasada.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destacó que el productor apuesta actualmente a realizar cultivos de maíz y trigo. La relación soja/gramíneas cayó a 1,4, acercándose al mínimo histórico. La entidad informó que “vuelven las gramíneas y la sustentabilidad como estrategia para enfrentar un escenario de márgenes ajustados. El girasol también gana terreno como opción defensiva”.
El pico de soja fue en 2014/2015 cuando por cada hectárea de gramínea se sembraron 4,4 de soja. Hoy, ese número se redujo hasta llegar a una relación de 1,4. “Hace tiempo que el productor le está dando más lugar al trigo y al maíz. No es casualidad: la rotación gana terreno porque mejora la sustentabilidad del sistema, aporta estabilidad productiva y económica y permite enfrentar mejor el escenario de márgenes ajustados”, informó la BCR.
Además, la soja quedó retrasada en el crecimiento tecnológico. Por ello, se espera que en la Campaña 2025/26 la relación soja/gramíneas vuelva a tocar el piso. “La soja sigue siendo clave, pero pierde fuerza frente a la elección de las gramíneas. También resurgieron otros cultivos, como el girasol, que avanza especialmente en el noroeste bonaerense y en el sudeste cordobés; y, en menor medida, el sorgo”, destacó la BCR.
En cuanto al girasol, se estima una buena campaña ya que los productores de suelos más restrictivos parece que seguirán apostando al girasol. El cultivo destaca por su alta tolerancia a la sequía y su cosecha temprana en febrero, lo que permite aprovechar la recarga otoñal y sembrar cultivos de cobertura o trigo en la campaña siguiente.
Por último, desde la BCR resaltaron que el girasol tiene la ventaja de contar con ingresos financieros anticipados y rendimientos estables. “La renta del girasol en campo propio es de 219 dólares por hectárea, con rindes promedio de 20 quintales. En campo alquilado, ese margen baja a 60 dólares, pero sigue siendo positivo y atractivo para productores que buscan cuidar la inversión y reducir riesgos”, mencionó la BCR.
También, explicó que, en comparación con una soja sembrada en ambientes restrictivos, donde los rindes no superan los 30 quintales por hectárea, deja un margen neto de 154 dólares por hectárea en campo propio. Sin embargo, se vuelve negativa en campo alquilado, arrojando una pérdida de 15 dólares por hectárea.