A veces hace falta un momento de inspiración para tener una gran idea que, tras mucho trabajo e investigación, puede transformarse en algo tan original como un viñedo en el sur de la provincia de Buenos Aires.
Ese momento lo sintió el ingeniero agrónomo Daniel Di Nucci en un viaje por la Costa Mediterránea a principios del milenio. Tres años antes se había derogado una ley de 1934 que prohibía la producción de vinos en Buenos Aires y Entre Ríos y había terminado con el desarrollo vitivinícola de la zona, con la intención de preservar el de Cuyo. Antes de la década del ´30 la Provincia había sido la cuarta en producción de vid a nivel nacional.
En una parcela de 1,5 hectáreas perteneciente a su familia en la localidad de Médanos y con el asesoramiento de una consultora mendocina, Di Nucci implantó 5.000 vides de diversos varietales con un sistema de riego por goteo. 2002 fue el año cuando volvió a nacer el vino bonaerense.
En 2003 Di Nucci compró cuarenta hectáreas de tierras a la familia Tiburtini en la misma localidad y construyó una bodega con capacidad para 180.000 litros. Los primeros vinos llegaron al público en 2008 y en 2009 el concurso Decanter World Wine Awards de Londres premió a su chardonnay con una medalla de plata entre centenares de bodegas.
Más Industrias habló con Di Nucci, fundador de AlEste Bodegas y Viñedos, sobre su producción anual de 80.000 botellas, la situación del mercado y sus nuevos proyectos.
¿Qué característica tienen estos vinos?
Tengo cuatro varietales tintos: tannat, malbec, merlot y cabernet sauvignon; y dos blancos: chardonnay y sauvignon blanc. Estamos en una zona semiárida, de transición entre La Pampa y La Patagonia. Es un suelo muy arenoso, pobre en materia orgánica. Hay mucho viento, lo que estimula a las uvas para que desarrollen una piel gruesa, de donde proviene el color, los taninos y buena parte de la materia prima para la síntesis de los polifenoles que le dan los aromas. La pobreza del suelo hace que la fruta no sea muy grande y la concentración de ácidos, de azúcar y de taninos sea alta.
Desde que ustedes abrieron surgieron muchas otras bodegas en la Provincia. ¿Cómo ven el mercado?
Estar en una zona no tradicional tiene su lado negativo. A Buenos Aires y Entre Ríos las borraron culturalmente del mapa vitivinícola y los que nacimos después de esa ley desconocemos los vinos de la zona y, como todo lo desconocido, sólo da lugar a aquellos con inquietud por conocer cosas nuevas. Por suerte, en estos casi 23 años que llevamos trabajando hemos logrado reconocimiento, pero somos conscientes de que todavía falta mucho.
¿Cuál es el camino para darse a conocer, entonces?
Los eventos que desarrollamos en la bodega han resultado la más contundente manera de difundir el conocimiento de los vinos bonaerenses y los nuestros en particular.
¿Qué proyectos tienen para este año?
Apuntamos al desarrollo de lo turístico y los eventos: retiros empresarios, casamientos, reuniones de entre ochenta y cien personas, que ayudan a que se difunda de boca en boca, hacen al conocimiento de los vinos y generan más ventas. La bodega se puede visitar de lunes a viernes y los sábados al mediodía.
Una ley de promoción
En diciembre del 2022, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires aprobó una ley que crea un Régimen de Promoción e Incentivo para la industria vitivinícola bonaerense, que promueve la producción, el enoturismo, el trabajo y el comercio del sector. La ley dispone además la creación de la marca “Vino Buenos Aires”.